lunes, 23 de junio de 2008

Empaquetado al vacio

Parece que tenemos unas pautas de comportamiento que nos sitúan a los ojos de las personas que tenemos a nuestro lado, en un grupo o estrato delimitado.
Bien es cierto, que depende de la sabiduría vital o cognitiva de la persona observadora, para que la cantidad de subgrupos sea mayor y por consiguiente, su conocimiento sobre nuestras conductas.
Es decir, que incluso en el caso del individuo que toma decisiones inconexas o incoherentes, estas determinaciones lo serán para los que no sigan dichas pautas “anormales”, ya que serán en todo caso previsibles a los ojos del gurú del psicoanálisis.
Siguiendo con las deducciones, es asumido por la comunidad de los pensantes que la herencia genética y los episodios vitales (estos últimos en el primer cuarto de siglo de existencia), en el porcentaje que sea menester, concluyen la personalidad del individuo.
Ante lo cual, nos enfrentamos a la cuestión trascendental, ¿la evolución del individuo, en su edad adulta, está también planificada por los chamanes que leen la mente?
Es decir, ¿si damos un salto cualitativo, es parte de un proceso esperado por nuestra conducta anterior?.
¿Somos libres de nuestro pasado y nuestra herencia genética?.
¿Qué es y como definiríamos la libertad?
Si nuestro futuro se encuentra plasmado a grandes rasgos en un libro de texto, estaríamos vacíos y etiquetados.
Es inquietante la disyuntiva, ¿verdad?

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