viernes, 12 de septiembre de 2008

Flores en el Horizonte

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar.
Por ello, cada día, bajo las escaleras de mi urbano hogar, revistiéndome con la piel de un sabueso ojo de lince, intentando descifrar los anhelos de mis compañeros de fatigas.

En mis últimas disertaciones, las cuales realizo acompañado de un enorme café, creo que solicitado inconscientemente al camarero, con la intención de que el momento del intercambio de ideas se prolongue exponencialmente, he hallado una inquietud redundante en las sosegadas mentes de mis contertulios, fruto de sus propias inquietudes o alentadas por anónimas (por mi parte) experiencias de seres humanos cercanos a ellos.

Se está produciendo una tendencia bastante curiosa, entre personas que acumulan entre tres y cuatro decenios de edad “física”, lo cual me hace pensar que sus decisiones son reflexionadas, consistente en dar la espalda al asfalto de la ciudad y encontrar cobijo en parcelas, cortijos, de pueblos cercanos que tengan una característica fundamental: un trozo de tierra en la que poder cultivar alimentos.
Algunos para consumo propio, otros como un nuevo estilo de vida. (Observen el auge de la agricultura ecológica en los últimos años).

¿Un éxodo de la ciudad al campo?

O quizás, parafraseando a uno de mis contertulios, ¿el hobby del fin de semana?

En cualquier caso, resulta conmovedor observar como personas de un nivel cultural y adquisitivo medio, han destruido un estereotipo tan arraigado como el de la agricultura, que todos asociamos a pasado y dureza.

Resulta, por consiguiente, que lo que nuestros antepasados detestaban y de lo que huyeron en multitud de casos, es hoy en día una nueva alternativa de vida.
¿Realmente las nuevas motivaciones se encuentran en recolectar tomates, rábanos o calabacines!!
¿ Qué ha sucedido? ¿ Qué factores se encuentran detrás de esta decisión?

Como la mayoría de cambios sociales conductuales de cualquier índole, éstos no se basan en una sola clave, si no en una concatenación: quizás la actividad laboral ha provocado una frustración en la persona; pudiera ser que el precio de la vivienda sea demasiado elevado en la jungla de edificios, o la elaboración de los alimentos haya perdido calidad y representen un riesgo para su salud, o huyan de la ciudad porque la polución provoca un riesgo para su salud o el enorme estrés provoque un riesgo para su salud.

Vaya, estoy empezando a pensar que la salud es una motivación importante para estas personas.

Quizás la proliferación, contrastada estadística y científicamente, de los casos de cáncer y diversas enfermedades respiratorias, fruto de las atrocidades cometidas en los procesos alimentarios y en el medio ambiente está llevando a la siguiente disyuntiva: ¿quizás la salud comienza a ser más valorada que el dinero!!, Es una reinvención de lo que durante años hemos venimos llamando “calidad de vida”.

Por último, en alguna ocasión os habéis adentrado en solitario por un bosque que no conocéis, sin senderos marcados, por el placer de contactar con la naturaleza. Da Miedo. Hemos perdido la perspectiva de lo que alguna vez fue nuestro hábitat.

Bueno, que cada uno sea feliz sin hacer daño a lo que le rodea, aunque ésto es difícil con el salvaje oligopolio corporativista procedente de las mastodónticas empresas, principalmente estadounidenses.
Aunque éso es otra historia.

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